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Retirada de uralita

Retirada de uralita

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El amianto o asbesto es una forma que ciertos minerales tienen de cristalizar en la naturaleza (silicatos de hierro, magnesio, etc.). Esto ocurre en forma de fibras que tienen la capacidad de fragmentarse en otras muy pequeñas que no se suelen ver (fibrillas). Esas fibrillas son las que pululan por el aire, se introducen en los pulmones por inhalación, y si no son expulsadas de forma natural, pueden generar, con el tiempo, distintos tipos de enfermedades y, en muchos casos, la muerte de muchos seres vivos. Otras formas de acceso al organismo, menos frecuentes, son la ingestión o a través de la erosión de la piel.

Las fibrillas son invisibles, y además, entre la exposición a ellas y la aparición de enfermedades, pueden pasar entre 20 años (asbestosis) y 50 años (mesotelioma o cáncer de pleura). Es lo que se llama período de latencia, en que las fibras están dañando pero no se manifiestan. Por eso a los traajadores o ciudadanos expuestos (o que lo han estado) se les recomienda que pasen revisiones periódicas de salud.

Para la fabricación del fibrocemento, originalmente se utilizaba el amianto como fibra de refuerzo, pero cuando se hicieron patentes los problemas de asbestosis que éste provocaba, se fue abandonando paulatinamente su uso en los distintos países (en España, a partir de la década de 1990). En España se prohibió el uso del amianto en 2002, pero en todo el siglo XX se han consumido cerca de tres millones toneladas. Como se utilizaba para fabricar muchos productos y la mayoría de éstos siguen instalados, tanto para los profesionales que aún trabajan con ellos, como para los ciudadanos, constituyen un peligro. También para los cerca de 200.000 trabajadores que en su tiempo trabajaron con este mineral. De la magnitud del problema, habla la cantidad de chapas de uralita que a simple vista se ven, así como de conducciones de agua y depósitos que podemos ver en las azoteas de múltiples edificios. Además es un reto medioambiental formidable, y para la salud de los trabajadores, todo el amianto instalado en los buques, que frecuentemente es amianto friable, es decir, no aglomerado, y que puede disgregarse fácilmente en fibrillas que se liberan a la atmósfera, por efecto de las vibraciones, de las corrientes de aire, choques, etc., y, evidentemente, con ocasión del desguace de esos barcos.

La demolición de elementos en fibrocemento que contengan asbestos (amianto) es muy peligrosa y debe estar estrictamente controlada, ya que las microfibras de asbesto inhaladas elevan enormemente el riesgo de un tipo muy concreto de cáncer de pleura llamado mesotelioma (entre otras enfermedades).

El nivel de peligrosidad depende del estado de los productos con amianto, ya que si éste está deteriorado y roto, es más peligroso. Los efectos sobre la salud, dependen de la cantidad de fibras inhalada, del tipo de amianto, y del tiempo de exposición, pero dado que a veces se producen las enfermedades descritas por exposiciones muy cortas, sobre todo por lo que respecta al mesotelioma, se considera que no hay dosis mínima segura.

Para realizar la retirada se tienen las siguientes consideraciones:

  • Hacer análisis de la concentración de las fibras en el aire
  • Señalizar la zona y delimitarla
  • Usar equipos apropiados
  • Aislar la zona
  • Manipular en mojado
  • Encapsular los residuos
  • Transportar los residuos a un vertedero controlado específico
  • Limpiar la zona con aspiradores adecuados
  • Después de finalizar, los trabajadores se tienen que quitar los trajes en un sitio apropiado

Como hay amianto instalado por todas partes y es muy posible que se encuentre en la vivienda de mucha gente, lo primero que hay que recomendar es no tocarlo, no cortarlo, no hacer orificios con taladros de ningún tipo, no tratar de quitarlo por sí mismo y menos depositarlo en un vertedero no controlado, lo que puede incurrir incluso en delito. Es decir: hay que impedir que se desprendan fibrillas al ambiente. Se puede solicitar una medición de las fibras en el ambiente a una empresa cualificada para tal tarea, por un precio muy asequible.

La forma de identificación del amianto, en algunos casos, puede ser por el color (el fibrocemento tiene un color gris moteado característico, como se aprecia en los tanques de agua) o por el grosor (en el caso de las planchas onduladas su grosor suele ser de 5 mm). No obstante, en los casos dudosos en los que se pueda tratar de amianto mezclado (por ejemplo, en pinturas, barnices, plásticos, etc.), sólo un análisis físico-químico en un laboratorio especializado podrá confirmar o descartar su presencia. En general, todas las tuberías y depósitos de agua instalados antes del año 2001, si tienen el color del cemento son, con casi total seguridad, de fibrocemento, es decir de amianto mezclado con cemento.

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